El diálogo entre el Presidente del Consejo de Ministros y los diferentes líderes políticos no debe hacernos olvidar que el Congreso es la institución que debe mantener la comunicación constante con la oposición. El problema de fondo es la ausencia de parlamentarios con habilidades de operadores políticos al interior del parlamento. Se trata de un […]
Por Carlos Hakansson. 16 septiembre, 2013.El diálogo entre el Presidente del Consejo de Ministros y los diferentes líderes políticos no debe hacernos olvidar que el Congreso es la institución que debe mantener la comunicación constante con la oposición. El problema de fondo es la ausencia de parlamentarios con habilidades de operadores políticos al interior del parlamento. Se trata de un problema serio, pues, por un lado el sistema agudiza sus deficiencias si el partido de gobierno carece de políticos de carrera para poder conducir la relación gobierno-oposición; y, por otro, el Congreso pierde más protagonismo aumentando el cuestionamiento de la ciudadanía.
La progresiva pérdida de protagonismo del Congreso se debe a varios factores. En primer lugar, descubrimos la intervención del ejecutivo en la producción del legislativo; especialmente por la necesidad de su tecnificación. En segundo lugar, el gobierno mantiene al Congreso al margen de las decisiones importantes y de alcance nacional, el problema de la inversión minera por ejemplo; tercero, es un lugar común que el ejecutivo se entienda mejor con los sindicatos y empresarios para llegar a acuerdos importantes, pues, en la práctica, existe una mayor probabilidad de éxito para ellos cuando tratan directamente con el gobierno. Y, en cuarto lugar, los parlamentarios representan los intereses de sus partidos más que de los ciudadanos, y la mayoría de veces esos intereses no coinciden.
Si bien se trata de problemas comunes a los parlamentos de la región, cualquier equilibrio institucional se rompe provocando un desmedido peso del ejecutivo que debería estar siempre alineado bajo el principio constitucional de la separación de poderes.
Otro problema que puede observarse durante el reciente proceso de diálogo es la ausencia del Presidente de la República para llevar las riendas de las diferentes conversaciones sostenidas con los líderes de la oposición. No solo se trata de un gesto político sino la actitud que debe asumir el jefe de Estado como el representante de la Nación. En cambio, el papel que cumple el Presidente del Consejo de Ministros es ser, después del Presidente de la República, el principal portavoz del gobierno. La institución de la presidencia del Consejo de Ministros está llamada a convertirse en el principal colaborador del Presidente de la República, precisamente por tratarse de una persona que, de ser necesario, deberá compensar y resolver las posibles deficiencias en la conducción del ejecutivo (composición y dirección política del gabinete), pero nunca debe representar una sustitución de la jefatura de Estado.